Publicado el 1° de noviembre de 1985, el segundo disco marcó un notorio cambio sonoro, lírico y estético en la banda. Fue el álbum que los consagró a nivel nacional y le abrió las fronteras.

Frívolos y plásticos. Así se suponía que eran los Soda Stereo para cierta mirada de (aquella) época. Cuesta pensar en este tiempo que la banda haya tenido dificultades de aceptación en sus comienzos. Porque los tuvo. Porque, como los Virus, fue mal comprendida.
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Y al igual que los platenses, Soda también puso a bailar al rock. Pero hicieron más que eso: sus letras contaban la vida moderna de un modo intencionadamente frívolo y descarnado a la vez. Y lo más interesante: no le quitaban el cuerpo a la crítica. Se sabían parte de aquello. Como todo el mundo, por otra parte. Sus detractores incluidos.
“No nos preocupan mucho las críticas. Cuando la gente nos escucha bien generalmente cambia de opinión”, decía Gustavo Cerati en una entrevista con la revista Cantarock, en 1985. “Sabemos que hay una contradicción en nosotros, como la hay en todo tipo que vive en la ciudad y es que nos oponemos teóricamente al consumo, pero estamos rodeados de publicidad y consumo. El joven odia el consumo y la televisión, pero al mismo tiempo la ama. Esa contradicción rescatamos todo el tiempo en nuestras letras, sobre todo en el primer long play”. Por eso, con Nada Personal, Soda Stereo comenzó a poner las cosas en su lugar.
Editado el 21 de noviembre de 1985, el segundo disco del trí conformado por Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti fue el comienzo de una escala ascendente que no se detuvo hasta que ellos mismos decidieron ponerle fin separándose en 1997.
Grabado entre septiembre y noviembre de 1985 en los estudios Moebio, con Mariano López como ingeniero, Nada Personal fue una evolución evidente en el sonido y la lírica. Apartados del ska-rock, le dieron un giro al new wave al aferrarse al funk y al postpunk de los Cure, bastante Depeche Mode y los yeites de la base rítmica y la sonoridad de David Bowie en su (por entonces) flamante Tonight.
Nada Personal fue lo que fue también por la incorporación de Fabián Quintiero en piano eléctrico y sintes. El disco tal como resultó no habría sido posible sin su participación. Fue el toque Cure que el primer disco no tuvo.
Pero Nada Personal fue lo que fue por su música. También sobre sale el trabajo del mánager Alberto Ohanián. Entre el primer disco y el segundo, Soda cambia de agencia, dejan de trabajar con Rodríguez Ares, que estaba muy enfocado en la carrera de Virus, y firman con Ohanián, quien le dedica todo su tiempo a Soda. Ohanián hizo un brillante trabajo de marketing y difusión de la banda, primero en el país y luego en el continente: la Sodamanía de 1986 no fue magia.

De las diez canciones que lo componen, “Cuando pase el temblor” se desmarca por varios motivos. El más destacado es el modo en que Cerati logró confluir conceptos del folklore argentino con estructuras pop. La guitarra, que induce una especie de carnavalito reggae, tiene cierto parecido con la guitarra police de The Bed’s to Bigs Without You. Los teclados simulan vientos como si fueran sikus.
Lo otro sobre esta icónica canción es que su videoclip, filmado en abril de 1986 en el Pucará de Tilcara, en Jujuy, fue el primero de una banda latinoamericana emitido por la MTV.
El disco abre con un riff de guitarra pasada por delay, a la que se le suman la base rítmica de Zeta y Alberti y el arreglo decisivo de Quintiero. Es el tema que le da nombre al álbum y ahí está todo. Bailable y oscuro a la vez, su letra, escrita a comienzos de los 80 le hable de frente al futuro. ¿O no es acaso la IA su interlocutora? Eso era Soda Stereo.
“Si no fuera por” es el nexo obvio con el pasado, es decir, con el primer disco. Le sigue la mencionada “Cuando pase el temblor”, escrita por un Cerati adolescente, criolla en mano en casa de de sus padres; “Danza rota” y “El cuerpo del delito” con el bajo de Zeta en modo Flea de los Peppers. Fin del Lado A.
El Lado B abre con “Juegos de seducción”, tan potente e icónica como la apertura del Lado A. “Estoy azulado”, una colaboración de Cerati y Richard Coleman con el saxo del Gonzo Palacios; “Observándonos (Satélites)”; “Imágenes retro (Telarañas)” con cierto aire a INXS en la guitarra rítmica y la siempre (re)visitada “Ecos” cierra el LP.
Viaje al interior del disco
Para saber de qué está hecho Nada Personal, Diario RÍO NEGRO consultó a Bruno Moreno, tecladista y arreglador de Música para Volar, el proyecto surgido en Rosario que mejor versiona la música de Soda Stereo.
P: ¿Qué es Nada Personal musicalmente hablando, respecto de lo que había sido el primer disco de Soda?
R: Creo que es un avance, en el sentido de una mayor sofisticación musical; a la distancia esto puede verse como una transición hacia Signos. Es un disco para mover el cuerpo, prácticamente no hay canción que no sea bailable, ese rasgo fuertemente rítmico lo emparenta con primer LP, pero aquí van más allá y escuchar el disco quieto y prestando atención depara hermosas sorpresas.
P: ¿Cuáles son las claves en el sonido de Nada Personal?
R: Se cuenta que Charly Alberti grabó cada cuerpo de la batería por separado en busca de un sonido limpio y mayor control en la mezcla. Este método de producción es sintomático de una forma de concebir la composición. Pensemos en otra gran banda: Serú Girán. hubiera sido imposible grabar a Moro así; de hecho, no hubiera tenido ningún sentido. No usaban metrónomo, había margen para la improvisación, despliegue de virtuosismo, etc. Aquí no. En Nada Personal son elementos discretos que se superponen en diferentes combinaciones, se repiten y cambian abruptamente, luego vuelven y así. Esto se hace extensivo a los demás instrumentos también.
Hay otro rasgo que comienza a aparecer y se quedará para siempre en la obra de Cerati: escapa a la formula. Tanto en la forma (los clichés estrofa-puente-estribillo son subvertidos; siempre aparece algo que “desordena” el esquema formal predecible) como en la armonía (las secuencias de acordes no son necesariamente complejas, pero sí particulares, nunca obvias). “Cuando pase el temblor” y “Juegos de seducción” son ejemplos perfectos de esto.
P: ¿Qué influencias encontraste en la música del disco?
R: Parece que los muchachos escuchan menos The Police y ponen la oreja en The Cure, Bowie, Depeche Mode, Prince…L a new wave y el ska siguen estando (basta con escuchar “Si no fuera por”) pero es evidente que ampliaron su escucha. De hecho, aparece por primera vez en Cerati la influencia folclórica, como fue “Cuando pase el temblor”, que se extenderá hasta Fuerza Natural.
P: Si te sumergieras en el interior de estas canciones, ¿con qué te encontrás?
R: Creo que encontraría “objetos musicales” simples, pero que combinados generan un gran interés. Empieza a aparecer acá otro rasgo ceratiano: la sumatoria de capas. Pensemos en la intro de “El cuerpo del delito” o de “Nada personal”. Los objetos son repetitivos, van entrando de a uno sumándose; hay una lógica aditiva. Lo podríamos llamar “nomadismo iterativo”. El discurso musical avanza, se mueve,a través de la reiteración; de repente, cambia y comienza una parte nueva también construida con reiteraciones. Se llega a la complejidad por medio de la suma de elementos simples en sí mismos.
P: Nada Personal es el primer disco de Soda con el Zorro Quintiero, ¿cómo influyó su presencia en los teclados y sintes?
R: Me parece clave. Supongo que su incorporación fue una necesidad estética, no hubieran podido alcanzar esa variedad tímbrica como trío.
P: Hay un uso muy funky de las guitarras, el bajo y los vientos en varias partes del disco, ¿coincidís?
R: Sí. Por ejemplo “Danza Rota” e “Imágenes retro”, te dan la razón. Ya es proverbial la destreza de Gustavo como guitarrista rítmico. Zeta también es contundente. Los vientos son más bien emulaciones del Zorrito en las teclas. El viento real, es el saxo del Gonzo Palacios en “Azulado”. Le dio el toque

Soda Stereo
Gustavo Cerati: voz principal y coros, guitarra eléctrica.
Zeta Bosio: bajo y coros.
Charly Alberti: batería electrónica y caja de ritmos.
Músicos adicionales
Fabián Quintiero: sintetizadores y piano eléctrico.
Gonzalo Palacios: saxofón en «Estoy azulado».
Richard Coleman: guitarra rítmica en «Ecos».
Producción
Arte: Fabia Di Matteo
Diseño gráfico y de imagen: Alfredo Lois
Producción Ejecutiva: Alberto Ohanián
Coordinador artístico: Marcelo G. Angiolini Fotografía: Eduardo Marti
Producción y arreglos: Soda Stereo
Técnico de grabación y mezcla: Mariano López
Publicado originalmente por el autor en rionegro.com.ar



