La banda llega este fin de semana a Neuquén para celebrar casi cuarenta años de trayectoria. El guitarrista Víctor Raffo habla de la vigencia cafre, de su estilo, de las modas y los modos de ser clásicos. El show será este sábado en Mood Live.

Hace 38 años Los Cafres se subieron a un tren vacío. Era el tren del reggae roots en castellano. Con los años se fueron subiendo unos cuantos, entre ellos el éxito. Casi cuatro décadas después, el viaje del reggae roots sigue y Los Cafres son un clásico porque cuando el éxito (le) llegó, Los Cafres ya estaban ahí. “Pasá, te estábamos esperando”, le dijeron sonrientes, irónicos.
La banda ahora estará acá: este fin de semana regresará a Neuquén para ofrecer un extenso recorrido por su no menos extenso cancionero hecho de clásicos del reggae, propio y (no tan) ajenos. Los Cafres tocarán este sábado a las 21, en Mood Live (Ministro González 40, Neuquén). Las entradas se consiguen por sistema a través de protickets.com.ar y en boletería de la sala.
“Somos un clásico”, dice Víctor Raffo, guitarrista de Los Cafres, al explicar la vigencia y actualidad de la banda. “Los Cafres hace reggae roots. Es la primera banda que lo hizo y que grabó un disco de reggae roots en castellano”.
“Hay un mensaje siempre positivo en las letras, que no necesariamente abrazó la religión rastafari, que es con la que asocia al estilo”, explica el guitarrista sobre lo que la banda captó del género. “Yo, particularmente, me enamoré de una música con sus características, y sus características no de un mensaje religioso. Cuando yo empecé a escuchar reggae era muy chico y no existía internet, no entendías de qué estaban hablando cuando hablaban los rasta”.
Raffo apela una una parte de la letra de una canción aun inédita de Los Cafres para definir a la banda y que dice que el reggae es ritmo lento de sangre caliente. “Yo creo que esa es la fórmula Cafres”, señala.
Una historia cafre
En 1987, Guillermo Bonetto formó Los Cafres siendo un perico. Era percusionista en la banda del Bahiano y repartía su tiempo entre ambos proyectos, un reparto bastante desigual, por cierto. Porque, mientras Los Cafres se hacían de abajo, Los Pericos crecían exponencialmente.
Lejos del barrio de Belgrano, donde se crio Bonetto, en Isidro Casanova estaba el tecladista Claudio Illobre, el otro miembro original de Los Cafres que aún forma parte de la banda. Es curioso, pero ninguno de los tenía mucho que ver con el reggae. O más aún: nada que ver.
Mientras Bonetto, que ni siquiera quería ser músico ya que su pasión era el dibujo, cantaba canciones de Simon & Garfunkel; Illobre fue por el lado de Sui Generis de la mano de su hermana. La conexión con el reggae fue posterior. En el caso de Illobre siendo DJ en las fiestas del barrio tuvo acceso a ciertos discos, pero uno sobre todo(s): Uprising, de Bob Marley. Después vendrían Dennis Brown y Errol Dunkley, los shows de Sumo y Alphonso S’Entrega.
Bonetto pasó de Simon & Garfunkel a Glenn Miller, el tango y Kiss. Hasta que, siendo estudiante de la Escuela Panamericana de Arte, su compañero Félix Gutiérrez, bajista de Todo Tus Muertos, le hizo escuchar reggae por primera vez.
“Me dio un casete que de un lado tenía a los Sex Pistols y The Clash y del otro lado tenía a Bob Marley y Peter Tosh. Un día me estaba bañando, dejo ese lado de reggae que nunca escuchaba y cuando empieza a sonar digo ‘¿Qué es esta música de Hawái?’”, contó Bonetto en una entrevista con La Nación. “Obviamente el reggae no me había entrado”.

Adrián Canedo, baterista original de Los Cafres y por entonces novio de la hermana de Bonetto, fue decisivo para que aquella “música de Hawái” le entrara definitivamente. Le mostró Elvis Costello, XTC y los UB40, entre otras bandas. “Nos gustaba, pero yo no sabía que eso era reggae. Hasta que escucho un disco en vivo de Gregory Isaacs, y eso fue la gloria. Uno de los mejores que escuché en mi vida”, diría Bonetto en la misma nota con La Nación. Luego escuchó a los jamaiquinos de Culture y los británicos Matumbi y el círculo terminó de cerrar.
Los Cafres tuvieron dos vidas: la primera fue efímera y la segunda sigue hasta hoy. Tras formarse en 1987 con Guillermo Bonetto (voz líder y guitarra rítmica), Roberto “El Robba” Razul (bajo), Adrián Canedo (batería), Gustavo Pilatti (primera guitarra y coros) y Claudio Illobre (percusión y coros), en 1989 decidieron irse del país, pero cada uno por su lado. Salvo Bonetto e Illobre quienes se fueron a Canadá. Primero lo hizo Bonetto. Volvieron en 1992 y Los Cafres se reformuló con Gonzalo Albornoz en lugar de Roberto Razul en el bajo.
Hay una canción de Los Cafres que está inédita y que dice que el reggae es ritmo lento de sangre caliente. Yo creo que esa es la fórmula de la banda”.
Víctor Raffo, guitarrista de Los Cafres
Dos años después, grabaron su primer disco: Frecuencia Cafre. Fue el comienzo de un recorrido discográfico que ya cuenta con quince discos y uno a medio grabar que verá la luz no antes del año que viene. Hasta entonces, y por el momento, lo último de Los Cafres son un par de singles: “Viento”, editado en marzo; y “Las preguntas”, publicado a fines de septiembre. Ambos serán parte del próximo disco de la banda.
“Viento’ es un tema de Guillermo Bonetto, y ‘Las Preguntas’ es una canción de Claudio Illobre. Ahí encontrás las dos facetas de las canciones de Los Cafres, porque ellos son los dos compositores de la banda y por suerte no paran de componer. Guille es de hacer los temas más coloridos y Claudio, los temas más oscuros, ¿no? Y bueno, la mezcla de ambos es el estilo de Los Cafres”, resume Raffo.
Las modas y Los Cafres
“Tal vez porque Los Cafres ya es un clásico y está algo inmune a los vaivenes de los ritmos de la industria, del mercado, de las modas”, explica el guitarrista cuando se refiere a la vigencia de la banda y de una presencia en la escena latina. “Realmente, desde que, en 1987, se formó la banda hasta el día de hoy han pasado montañas de cosas en la música, la forma de escucharla, la forma de editarla, pasaron un montón de modas y el mismo reggae ha mutado, a veces hacia matices que no nos emocionan, por eso seguimos aferrados al reggae roots del cual nos enamoramos. Pero el trabajo de tantos años y unas características que no se modificaron con el paso de las décadas hicieron de Los Cafres un clásico”.
P: ¿Crees que alguna vez fue una moda en la Argentina el reggae?
R: El reggae llegó a la Argentina durante la primavera democrática y alrededor de 1987 aparecieron un montón de bandas que duraron un suspiro. A partir de 1992, más o menos, como que con Los Cafres y otras bandas, el reggae volvió y esa vez fue para quedarse. Creo que a fines de la década de los 90, pero principalmente en la década del 2000, el reggae sí estuvo de moda. Lo que pasó fue que apareció el reggaetón y un poco copó las radios, principalmente en Centroamérica. El reggaetón es un primo del reggae como la milonga lo es del tango, pero a mí particularmente no me gusta”.
El éxito le llegó a Los Cafres después de casi veinte años de música. Y fue exactamente así: el éxito llegó a ellos y ellos lo estaban esperando. Y llegó con “Si el amor se cae”, el hitazo incluido en ¿Quién da más?, su séptimo disco, editado en 2004. “De golpe estábamos sonando en todos lados, ibas al supermercado y escuchabas Los Cafres, pero más allá de lo que podamos entender por moda, como Los Cafres se convirtieron en clásicos, ya estaba más allá de la moda. Y siguen estando”.

P: ¿Y qué pasó en ese momento con la banda, qué sintieron que podía pasar cuando vieron que después de 20 años tuvieron un tema con esa rotación y esa presencia permanente en todos lados?
R: Bueno, fue un proceso de pasar a tocar en los lugares en los que tradicionalmente tocaban Los Cafres, que era una banda de cultos, que era otra cosa, y que nos habíamos convertido un poco en eso, dentro del ghetto del reggae, que de golpe empezó a destacar más gente que no tenía nada que ver con el reggae, que no se vestía de rojo, verde y amarillo, que no tenía dreadlocks. Entonces de a poco empezamos a tocar en lugares cada vez más grandes y en el 2005 hicimos tres en Luna Park, que realmente fue algo que nos llenó de satisfacciones.
P: ¿Y ahí en ese momento tomaron alguna decisión al respecto?
R: Bueno, cuando el tren pasa hay que subirse, no hay que dejarlo pasar. Yo me acuerdo de que un par de años antes a uno de los músicos de la banda la familia le preguntó de qué iba a trabajar cuando fuera grande y ya que él tenía 30 años en ese momento, porque era una apuesta a Los Cafres, a que pasara algo con la banda y finalmente pasó y bueno, podemos vivir de la música.
Hace unos meses, mi hija me preguntó ‘papá, ¿cuántos países conocés?’ Me tuve que poner a hacer la cuenta porque nunca lo había hecho. No sé, 22, le dije. Y todos con Los Cafres.
P: Cómo cambiaron las preguntas familiares, ¿no? Pasaron de que le preguntan, che, ¿de qué vas a trabajar? A ¿cuántos países conociste? Lo que significa que finalmente ese proyecto funcionó.
R: No hay duda. Mientras que funcione y te satisfaga, viste, si vos no vivís de la música, la música es un hobby muy caro. Si no te gusta, no tiene sentido que sigas.



